Dime cuanto mides, y te diré donde perteneces
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Cuando mides 65ft de alto, y pesas un par de docena de toneladas, puedes darte ciertos lujos, ya sea al caminar por una pequeña ciudad a tus anchas, o cuando ves a esa chica linda desde la ventana de su apartamento del 4 piso y la tomas.
Pero cuando eres una chica de tamaño normal, frente a un coloso que te desea, tus opciones son pocas, sino nulas. Entender que tu cuerpo completo cabe en una mano, que no pesas más un juego de llaves, y que ya no eres una chica, sino que eres una mascota, un premio, una golosina, un delicioso objeto de deseo, eso es algo que te tendrás que acostumbrar.
Que tan rápido aprendas a obedecer, a conocer tu lugar en este nuevo orden, es que tan bien vas a vivir. Una chica lista aprenderá rápidamente a obedecer las órdenes de su nuevo amo, será sumisa, proactiva, buscará verse bien y atractiva a los ojos de su nuevo dueño. Será un objeto de deseo del cual el no se cansará de usar, de disfrutar, de jugar, y a cambio ella será celosamente protegida, acogida, y apasionadamente amada.
Pero aquellas que se resistan, se nieguen a entender su nuevo lugar, deberán ser disciplinadas, se encontrarán aplastadas bajo los gigantescos pies de su dueño hasta desvanecerse, solo para despertar y ver si han aprendido, o tal vez sean agarradas en una mano, y nalgadas con uno solo de los enormes dedos hasta que las palabras “si señor” salgan de forma natural.
Sea cual sea la situación, la elección ya fue hecha por ese gigante en el momento que puso sus ojos en ti en esa primera cita.
De ahí que recuerdes esta frase en un mundo de gigantes…
“Dime cuanto mides, y te diré donde”